Pulgarcito y el ogro no se llevaban nunca bien. A los dos les gustaba la misma chica. El tema es que ella, no gustaba de ninguno de los dos.
Un día el ogro y pulgarcito se encontraron en la puerta de la cancha de independiente porque iban a sacar las entradas para el partido. Ahí descubrieron que a los dos les gustaba el mismo equipo de futbol y se pusieron a hablar de cómo estaba jugando. El jugador que más les gustaba era Farias, al que le decían “el tecla”, porque jugaba muy bien. Cuando perdió los dos se pusieron muy mal, como cuando se fue a la B.
Ese día cada uno fue por su lado a la cancha. Jugaban con San Lorenzo, perdieron 1 a 0, se acordaron de lo triste que estaban todos y después de la alegría que tuvieron cuando ascendió a la A de nuevo.
Pulgarcito le contó que quería ser jugador de futbol en independiente, pero nunca lo aceptaron porque era muy chiquito. Además la mamá no quería que jugara a la pelota por miedo a que se lastimara. El ogro le contó que a él tampoco lo aceptaron porque era muy malo.
Así los dos descubrieron que tenían cosas en común, por lo cual en vez de pelearse pueden ser amigos.
